«Nadine», la poesía como espacio de disputa y de deconstrucción del canon patriarcal

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Luiza Romo ganadora de dos premios Jabuti present en Argentina el libro Nadine editado en forma bilinge Foto Maximiliano Luna
Luiza Romão, ganadora de dos premios Jabuti, presentó en Argentina el libro «Nadine», editado en forma bilingüe / Foto: Maximiliano Luna.

Nadine es el nombre de la joven muerta que investiga su propio asesinato, xenófobo y misógino, en el libro de la autora brasileña Luiza Romão que lleva su nombre, «Nadine», un poemario construido a base de información mediática (redes, diarios, radios, tv), de la escucha atenta y de la militancia feminista decolonial de esta joven escritora, performer avezada en las batallas de slam que marcan el movimiento de la poesía oral en el Brasil, y toda una revelación tras ganar dos premios Jabuti, el más importante de las letras de ese país.

Publicado por el sello independiente Mandacaru, «Nadine» trae a la Argentina la voz de una autora potente y concisa. Romão narra a la vez que hace poesía: versos que son informes forenses, rimas que toma de la oralidad de su entorno, el ritmo propio de lo que pasa en los saraos paulistas o en las batallas de slammers, cuando la poesía ocurre si el poeta está ahí para decirla. 

Romão toma textos de la literatura griega clásica y de los autores con que se funda el canon literario de su país. En su escritura discute con ellos, los desarma, y en su lengua cruda y despojada renueva la poesía del Brasil, plantea nuevas genealogías, la reescribe. En parte por eso ganó el Jabuti de Poesía y el Jabuti al Libro del año 2022, que se elige entre todos los géneros literarios, con «Também guardamos pedras aquí», un texto poético que se detiene en la «Ilíada» de Homero para darle voz a personajes femeninos pasados por alto o narrados en una voz masculina hegemónica occidental.

«Sangría» y «Coquetel motolove» son sus otros libros. «Nadine» llega a la Argentina en edición bilingüe, traducido por Lucía Tennina y Luciana Di Leone. Es, como alguna de sus otras obras, un «intento de elaborar» otras lecturas, de investigar «los bordes entre ensayo y poesía», entre «narrativa y verso», dice a Télam la autora nacida en 1992 en Riberao Preto, San Paulo.

-Télam: ¿Cómo surge Nadine? La voz en singular de una chica asesinada que investiga su propio asesinato y, también, la voz en plural del relato policial que pueden hacer los medios de comunicación masiva, al tiempo que la voz colectiva de tantas otras vivas (sobrevivientes) y muertas, producto de la violencia patriarcal.

-Luiza Romão: En general escribo a partir de la fascinación y la incomodidad. «Nadine» tiene que ver con mi pasión por la literatura policial y las narrativas de investigación. Desde chica fui una lectora voraz de estas historias, en Brasil hay una colección famosa que se llama «Vagalume» (luciérnaga) y me acuerdo de pasar vacaciones enteras inmersa en las aventuras escritas por Marcos Rey. Después, siendo adolescente esperaba con ansias los libros de Luiz Alfredo García-Roza, escritor y psicoanalista carioca que trajo al mundo al detective Espinosa, y ni hablar de John Dunning, de Edgar Allan Poe y de todas las series en streaming: es cuestión de ver un guion de «Crímenes reales» que entro en una maratón hasta bien entrada la noche. Pero al mismo tiempo estas narrativas que me fascinan me causan mucho malestar, especialmente las de grandes productoras y best sellers. 

-T: ¿Qué hay de particular en esas formas de contar?

-L.R: Por lo general en este tipo de historias las mujeres son retratadas como cadáveres, es algo que ha existido desde «Los crímenes de la calle Morgue», de Poe; o los personajes femeninos aparecen como muertas -de forma hiperviolenta y espectacularizada- o, más bien, son encuadradas como femme fatales. Además, estas historias suelen terminar con la exaltación de la institución policial y del poder establecido, algo bastante conservador, que emula una forma racionalista y eurocéntrica de ver el mundo.

-T: «Nadine» disputa esos discursos.

-L.M: Pues, bien, en 2021, durante mis investigaciones de maestría, entré en contacto con el libro “Anaesthetics of existence” (anestésicos de la existencia en español) de la escritora estadounidense Cressida J. Heyes. En uno de los capítulos, discute la especificidad de los casos de violación en los que la víctima está inconsciente. A partir del concepto de «cadaver chic», muestra cómo existe una economía visual patriarcal que asocia el cuerpo inconsciente con el atractivo sexual, asociando las normas de feminidad y deseo masculino. Me dejó muy afectada este texto. Creo que «Nadine» surgió de ahí: del intento de elaborar esta lectura y retomar a contrapelo cierta tradición de historias de investigación. 

El libro, en este sentido, cuenta la historia de una joven asesinada que, aún fallecida, busca desentrañar su propio feminicidio. Como bien señalaste, el libro narra un caso individual, pero que lamentablemente no es una excepción, un caso aislado, al contrario, revela cómo nuestras sociedades se estructuran en base a la violencia de género y la misoginia. Rita Segato lo expresa de manera brillante en la serie «Humus»: “El feminicidio, la violencia sexual, abusiva, contra el cuerpo de las mujeres es un síntoma (…) algo que resulta ser la base de una pirámide que es violenta y que se vuelve cada vez más violenta”. Así, la historia de Nadine es también la historia de Antonita, la de Lana, la de Conceição y la de tantas otras.

-T: ¿Cómo fue tu acercamiento primero a la literatura y cómo la oralidad comenzó a hacerse literatura para vos?

-L.R: Soy hija de profesores, mi padre, de Filosofía, Historia y Sociología, y mi madre, de Literatura y Lingüística; y mi nombre proviene de aquella canción de Tom Jobim, que dice «ven aquí, Luiza, dame tu mano», y de la entonces gobernadora de São Paulo, Luiza Erundina, una señora inspiradora con su obra revolucionaria. Mis hermanos se llaman Chico, Caetano y Bethania. Entonces te podés imaginar cómo fue mi infancia ¡Poesía oral hasta en las venas!

Foto Maximiliano Luna
Foto: Maximiliano Luna.

-T: Otra autora que actualiza la literatura griega desde la poesía actual es la canadiense Anne Carson. ¿Te convoca de alguna manera su escritura?

-L.R: No soy una experta en su obra pero estoy muy interesada en la actualización que ella hace de los griegos, ya sea como ensayista o como poeta. En «También guardamos piedras aquí», por ejemplo, dialogo de cierta manera con «El género del sonido». Un ensayo en el que Carson analiza cómo el pensamiento filosófico griego se fundamenta a partir de un referencial masculino de conocimiento, retórica y participación en la vida política, estigmatizando las voces femeninas y desviantes como desagradables y sin parsimonia. ¡Es precioso! 

-T: La argentina Selva Almada es autora de la contratapa de «Nadine», una escritora con la que comparten hibridaje -ella lleva a la crónica literaria casos policiales- y temáticas: el femicidio por ejemplo.

-L.R: Almada es una de mis mayores referentes literarios. Recuerdo la sensación física de espanto e incredulidad al leer «Chicas Muertas»: ¡Toda la investigación que realiza para Andrea, Sarita y María Luisa y cómo transforma un tema tan escabroso y urgente en un lenguaje poético! Esta lectura me impactó tanto que le propuse a la Colectiva Palabreria llevar el libro al teatro. Para dar cuenta de las diferentes capas que construye Selva (memoria personal, reconstrucción de los años 80, proceso de escritura e investigación en los años 2000, discurso directo sobre el feminicidio, documentos y materiales de archivo), creamos un dispositivo performativo teatro-cine que mezcla video y escenas en vivo, además de traer algunos casos ocurridos en Brasil en los últimos años, con el que debutamos en 2022 con una temporada en varios teatros y espacios culturales de San Pablo.

-T: ¿Qué literatura contemporánea te exhorta en este presente y por qué?

-L.R: Me encantan los proyectos que investigan el hibridismo de géneros textuales y lenguajes artísticos, que sacan a la superficie del texto el cuerpo y el procedimiento de la creación. También las sagas y los novelones. Y la poesía. Y los libros sobre fútbol. Y las investigaciones periodísticas. Y… la lista no va a terminar nunca.

-T: ¿Cuál es la urgencia el pensamiento feminista decolonial que define a tu activismo y de qué manera se expresa en tu arte?

-L.R: Es urgente porque el patriarcado sigue masacrando vidas. Porque el feminicidio mata a diario. Porque existen innumerables casos de violación y violencia doméstica, física y psicológica. Porque el mundo está organizado en base a esa desigualdad y violencia. Y es urgente plantear este debate con todos los cruces que implica: clase, raza, territorio, etcétera. O el feminismo es radicalmente decolonial o se vuelve un soporte neoliberal eurocéntrico. Como artista, creo que esta lucha se da en las calles, en la micro y macro política, en el pensamiento práctico y también en la imaginación, en las ficciones que soñamos y ponemos en marcha. Entonces mis trabajos están impregnados de esta urgencia, del deseo de un mundo más digno.

«Brasil viene movilizando con su poesía una potencia creativa y política enorme»

La actualidad de la poesía brasileña, específicamente la que se gesta en los saraos, un movimiento de los márgenes paulistas; o si la literatura puede ser considerada un hecho colectivo, son algunas cuestiones a las que se refiere Luiza Romão con la excusa de la primera publicación en Argentina de una obra suya: «Brasil viene movilizando con su poesía una potencia creativa y política enorme», asegura la escritora y performer.

«Necesitaría hacer un doctorado para poder responder qué pasa con la poesía hoy en Brasil, estamos hablando de un país enorme, continental, en el que la poesía adquiere estéticas muy diferentes dependiendo de cada territorio», se ríe Romão, magíster en Teoría Literaria y Literatura Comparada por la Universidad de San Pablo y graduada en Artes Escénicas.

-Télam: ¿Pero existe la posibilidad de hacer una panorámica muy general para hablar también de cuánto definen y designan a esa poesía movimientos como los del slam y el sarao?

-Luiza Romão: Con todos los riesgos que conlleva este gesto generalizador, percibo una retomada del cuerpo, de la voz y de la dimensión performática del poema en las producciones contemporáneas. Es algo que se remonta a mucho tiempo atrás. Bien antes. Brasil tiene una inmensidad de tradiciones de poéticas orales que se transmiten y reinventan de generación en generación como el cordel, la glosa, el repente, la embolada y el congado entre muchas otras; y en las últimas décadas se ha producido este auge del movimiento de los saraos y los slams (batallas de poesía de autor de hasta tres minutos de duración) que viene movilizando una potencia creativa y política enorme, especialmente al amplificar las voces que por siglos fueron subalternizadas por el poder hegemónico; de modo que ya no es posible ignorar estas producciones. 

-T: ¿Qué pasa cuando un premio tan institucionalizado como el Jabuti pone el foco en estas formas tan insumisas de hacerse con la lengua? Es decir, ¿al mismo tiempo que las legitima las está fagocitando?, ¿hay un empoderamiento de ciertas voces dentro de la historia literaria y cultural del país con distinciones como éstas u ocurren otras cosas?

-L.R: Esto despierta el interés de los espacios establecidos de la cultura y el saber. Hoy en día, el slam, por ejemplo, se investiga en las universidades, se lo reconoce en los premios literarios, se ha convertido en tema de películas, de telenovelas y series, se encuentra en las asambleas, en los exámenes de ingreso a la universidad, en los anuncios publicitarios y en los museos. Este movimiento es casi inevitable: sucedió con el hiphop, el samba y varias otras prácticas poéticas insurgentes. Lo veo como un entramado de fuerzas, con sus ambigüedades, victorias, reordenamientos y negociaciones. En mi caso, recibir el premio Jabuti hizo posible que la obra llegara a muchas lectoras y lectores nuevos. Hasta entonces, la mayoría de mis libros se vendían de mano en mano, después de lecturas, batallas y performances, y de repente el libro está en las librerías, en las escuelas, encontrando un público que no me conocía. En ese sentido, mi apuesta es: aprovechar la brecha y ensancharla para que se convierta en un camino para un grupo de personas.

-T: ¿Creés que la literatura es una construcción colectiva? 

-L.R: . En cuanto a la literatura, de forma amplia, lo dudo pero sospecho que sí. Ahora, si nos centramos en el género poético, ahí sí, sin lugar a dudas, es un hecho colectivo. Esto viene de los inicios de la poesía, desde los aedos, los trovadores y los griots, hasta llegar hoy a los poetas performáticos, los slammers y los MC’s. La poesía trabaja la palabra desde su dimensión sonora, rítmica y melódica; es ese gesto vocal lo que evoca el encuentro; que tiene lugar en el habla y la escucha. Me gusta mucho un texto de Derrida llamado «Che cos’è la poesía?» en el que define al poema como aquello que penetra por el corazón y se imprime en la memoria, en el que parece que al poema no le basta con ser leído en silencio de forma individual y donde hay un horizonte enunciativo, un volverse voz, una voz que está destinada a otra persona. Voz que teje un colectivo. Al fin y al cabo: ¿para qué memorizamos un poema si no es para decirlo, si no es para poder regalárselo a alguien en algún momento, ya sea en la catarsis de una ronda de poesía o en la intimidad de un susurro?.

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