Inspirada en las formas que adoptan los cuerpos en las protestas callejeras, el espacio de arte ArtHaus (Bartolomé Mitre 434, CABA) estrena este fin de semana «Simulacro», una obra de site-specific que pone de manifiesto aspectos críticos sobre la mediatización, la violencia, los sistemas de control y la seguridad en una puesta performática que entrecruza danza, proyecciones audiovisuales y actuación, y sorprende hasta incluso entrar en contacto con el propio público.
Un grupo de personas se mueve en el medio de la sala. Sus cuerpos parecen elásticos, los movimientos definidos y armónicos. En cada esquina, un poco más lejos, dos varones musicalizan la performance. Los cambios de música marcan los cambios de ritmo de una obra que impacta, moviliza, sorprende, da un breve respiro y vuelve a conmover en algún lugar recóndito del cuerpo propio.
Resultado del programa de residencia de creación interdisciplinaria de Arthaus, e inspirados en las formas que los cuerpos adoptan durante las protestas callejeras, el Grupo Performático Sur construye un universo ficcional a modo de «simulacro» escénico a partir de la realidad de las imágenes periodísticas y documentales que invaden los dispositivos de comunicación.
Con la dirección de la coreógrafa Mariana Bellotto, «Simulacro» toma una copia de los cuerpos deshumanizados y quebrados y los convierte en carne, color y brillo. En simultáneo, una proyección crea el clima para que el espectador se sumerja completamente en el universo creado, bajo la mirada de unos ojos marrones que pestañean proyectados en la pared y observan la obra desde el comienzo hasta el final.
La acción oscila en una tensión simbólica entre el bien y el mal, el amor y la violencia, lo individual y lo colectivo, para dar lugar también a los momentos de goce. La puesta funciona así como una realidad fragmentada entre lo ficcional y lo real, de la mano de seis performers que se mueven ensamblados en distintos números coreográficos y teatrales.
«Nos parecen interesantes los cuerpos en protesta por la potencia que tienen. Nos interesó el registro documental: la fuerza de los cuerpos salidos de ese contexto, y sin embargo con la misma actitud física, atravesados por las tensiones. Así empezamos a investigar la kinesis, un trabajo a partir del movimiento. La obra tiene una dramaturgia potente, pero nuestro motor es kinético. El trabajo fue desde la tensión a la observación, al ordenamiento y al desorden, todas esas contradicciones. Y a partir de ahí aparece el cuerpo individual y el social, y termina filtrándose la realidad», explica a Télam Bellotto.
Además del trabajo de campo realizado, Bellotto cuenta que el equipo realizó un relevamiento sobre determinados artistas que sirvieron como puntapié para gestar la obra. Una de las grandes referencias fue el trabajo que realiza Graciela Sacco con las imágenes de protesta, la capacidad que tiene de sacar los cuerpos de contexto y al mismo tiempo estar en el mundo, en su sentido más universal.
En las pantallas unas siluetas vestidas de negro realizan los mismos movimientos que los performers en la sala, aunque ellos están vestidos de colores. Hay cuerpos que son víctimas de golpes, hay otros que simulan golpear, algún otro que hace el «fuck you» al público. La puesta está atravesada por la música pero también por los ruidos: hay gemidos, diálogos, risas que generan momentos de alegría y otros de incomodidad. De repente sorprende alguna referencia concreta, que cala en algún recuerdo propio: «Y al que no le gusta, se jode, se jode».
«Nos interesaba el cuerpo humano y lo social, pero también lo desgarrador del rasgo animal que aparece. Es un juego irónico que pudimos llevar a un lugar bastante político, en el sentido de que es un clima de época más allá de cada realidad particular. Me interesaba dejar todo eso librado al imaginario. Es una obra que emociona pero al mismo tiempo tiene algo de la vida contemporánea que a mí me parecía muy importante entrelazar: el celular, la impresora, las pantallas. Esto que pasa ahora de que si algo existió es porque hay un registro», reflexiona Bellotto.
La irrupción de la tecnología sucede de una manera orgánica en la obra: inicialmente, la música. Luego, en una pantalla en un costado derecho comienzan a transmitirse las imágenes que graba uno de los propios actores que se mueve dentro de la obra. Las sensaciones se duplican. La puesta adquiere varios planos de sentido. El actor filma parte del público y es posible toparse con la imagen de uno mismo proyectada en la pantalla.
El juego tecnológico continúa con uno de los actores que lleva consigo una pequeña cámara de fotos instantánea, elige un plano, toma una imagen, la imprime y se la entrega a alguien del público. Se rompe la cuarta pared. Las sensaciones oscilan entre la sorpresa, el goce y la incomodidad. Arriba, los ojos marrones siguen mirando. Uno espera que esa imagen cambie en algún momento, pero eso no pasa y se instala la idea de panóptico.
«Son ojos que se abren, miran, se mueven, van y vienen, a veces se alteran y otras no. La idea es la del ojo múltiple bajo el que vivimos todos en la vida contemporánea. También refleja esta idea de que el público sepa que nosotros sabemos, y que ellos también saben que estamos siendo vigilados. La vigilancia crece en nuestra sociedad de una manera aterradora», concluye la directora.
Creado y dirigido por Mariana Bellotto en 2015, el Grupo Performático Sur realiza una sostenida actividad artística creando obras tales como «Sensación Térmica», «Antropología Contemporánea del Paisaje», «Moebius», «Operación contemplación», «Jardín panóptico» y «Standby», entre otras.
En 2023 participaron con la video-performance «Trilogía pandémica» y «Mundo de mierda» en la muestra de arte argentino contemporáneo -Lo que la noche le cuenta al día- en el PAC de Milán y en la Fundación PROA de Buenos Aires.