En su obra «La frontera imposible: Israel Palestina», escrita tiempo antes del estallido del conflicto bélico que por estas horas atraviesa una tregua que incluye el intercambio de rehenes entre ambos estados, Sonia Budassi expone en forma de crónica la vida en esa región a través de testimonios de jóvenes y de antiguos combatientes que retratan el trajín cotidiano de hombres y mujeres que viven en estado de tensión perpetua, en un territorio donde según la periodista y escritora «los extremismos son apabullantes y las posturas caen en un maniqueísmo binario que sólo genera más conflicto».
El texto de Budassi circuló por primera vez en 2014 pero reaparece por estos días en un relanzamiento del sello Marea como un aporte a las distintas miradas que ofrecen matices sobre un conflicto que se reactualizó con el ataque de la organización terrorista Hamas a Israel el pasado 7 de octubre y alcanza este fin de semana gran expectativa con el cese en el fuego que ha permitido hasta ahora la liberación de 58 civiles (43 de ellos israelíes) por parte del grupo islamista y 117 palestinos por parte del gobierno israelí.
La escritora y periodista, conocida por obras como «Los domingos son para dormir», «Acto de fe» y «Mujeres de Dios» y «Apache: en busca de Carlos Tévez», arrancó con la idea de «La frontera imposible» en 2011, tras haber emprendido un viaje junto a contingentes de investigadores y periodistas latinoamericanos ansiosos por comprender el drama tan antiguo como latente.
Después de esa primera aproximación presencial al conflicto que tuvo en 2011, Budassi inició un proceso de escritura y se sumergió en una extensa investigación sobre el tema, adentrándose en la lectura de libros de historia y ensayos. Descubrió la presencia de historiadores israelíes críticos con la historia de Israel y una rica producción intelectual en Palestina. Sin embargo, se dio cuenta de que necesitaba realizar otro viaje para comprender completamente la complejidad del conflicto.
«La frontera imposible» propone un viaje por la incertidumbre, explorando diversas perspectivas hasta que aparezca alguna verdad, para luego volver a cuestionarla. La intención de Budassi, como explica la escritora a Télam, no es ofrecer conclusiones cerradas, sino invitar al lector a pensar y extraer sus propias conclusiones.
La narrativa se desenvuelve en lugares significativos de la región como Gaza, Tel Aviv, Belén, Jerusalén, Ramallah, Hebrón, entre otros. Entrevistas personales, conversaciones por Skype, informes de ONGs, estadísticas, libros, obras de teatro contribuyen a una historia elaborada con una perspectiva perspicaz que contrasta discursos, mientras intenta mantener imparcialidad frente a un conflicto que se remonta a principios del siglo XX.
En su libro, Budassi recupera experiencias de las excursiones que hizo junto a otros periodistas en 2011, capturando momentos como su llegada a Sderot, una de las ciudades israelíes más cercanas a Gaza. A lo largo del conflicto en aumento, la narradora señala la predominancia de las redes sociales como la principal fuente de noticias y narra cómo a partir de la contratación de un «fixer» -como se denomina en la jerga a quienes por su conocimiento del territorio local pueden gestionar enlaces y contactos para facilitar una investigación- lograron explorar escuelas bombardeadas, hospitales y hasta la morgue.
Budassi es escritora, editora literaria, cronista, periodista cultural y profesora de literatura y escritura creativa. Su reciente libro, «Animales de compañía», ganó el Primer Premio de Letras del Fondo Nacional de Las Artes en 2021. También acaba de publicar «Donde nada se detiene».
-Télam: ¿Cómo influyó la decisión de evitar un enfoque parcial en tu percepción del conflicto para escribir «La frontera imposible»?
-Sonia Budassi: Evitar abordar este tema de manera propagandística y extremista es fundamental. Otros expertos en la región sugieren que, en ocasiones, las discusiones parecen más un enfrentamiento entre Boca y River, donde condenar los ataques terroristas de Hamas puede interpretarse como un perdón a la ocupación israelí. La cuestión es, sin duda, más compleja.
Previo a la situación actual, tuve la oportunidad de viajar al territorio gracias a una beca. Compartí este viaje con una comitiva de políticos y académicos, lo que me permitió desarrollar una estrategia narrativa para un relato coral. Como mencioné, este conflicto suele ser abordado de manera binaria y extremista, y es un tema sumamente complejo. Por ende, mi objetivo fue escuchar todas las voces y narrar como si fuera ficción, pero basándome en datos reales y experiencias rigurosamente verificadas. Mi intención era explorar las preguntas y conflictos que sucedían en el territorio, así como en el ámbito simbólico.
-T.: ¿Cómo considerás la atención global que tiene el conflicto de Israel y Palestina sobre otros?
-S.B.: En cuanto a las personas que siguen el conflicto desde acá, a menudo se cuestiona por qué hay tanta atención sobre Israel y Palestina en comparación con otros conflictos, como los de África. Mi perspectiva es que la comunidad global tiene una conexión especial con este conflicto debido a las atrocidades cometidas por el nazismo, que ha dejado una marca profunda en la conciencia colectiva. Además, hay considerables comunidades de poblaciones migrantes árabes y palestinas que han sido desplazados de su tierra, muchos de los cuales viven en campos de refugiados. Desde un enfoque intelectual, me interesaba profundizar en estas preguntas para ir más allá del esquema binario.
-T.: ¿Cómo abordás el desafío de narrar sobre un conflicto tan complejo y polarizado, evitando caer en la trampa del binarismo simplista de buenos y malos?
-S.B.: Desde hace muchos años, y también luego de los condenables y atroces ataques de Hamas que ocurrieron en octubre, es difícil hacer una prescripción a futuro. En mi abordaje del tema, desde una narrativa literaria sobre un acontecimiento real, a partir de personajes y diversas historias, cuento lo que pasa en el territorio, en la cultura y el mundo de lo simbólico, donde los extremismos son apabullantes y las posturas caen en un maniqueísmo binario que solo genera más conflicto. Mi intención es mover el relato que simplifica todo en un binarismo de buenos y malos; héroes y villanos. La maldad y la bondad. Las víctimas y los victimarios.
-T.: ¿Cómo percibís el papel de los escritores e intelectuales en medio de la intensa militancia y polarización en las redes sociales?
-S.B.: En estos días, las actividades sobre el tema en las redes son intensas, con competencia de memes incluida, a ver quién puede hacer quedar peor al otro; quién puede demostrar qué bando goza de la mejor crueldad, cómo se puede deshumanizar mejor al otro; quién es peor. Sin desconocer el dolor de las víctimas, nuestro trabajo como escritores e intelectuales es intentar analizar y traspasar los baches genuinos que padecen quienes están en el territorio y no pueden ver más allá de ese prisma, el de la pérdida y la injusticia.
El «status quo» en Israel y Palestina, un país ocupado, es el de la tensión, donde se negocia la vida cotidiana con un otro extraño, de mínima. Ahí creo que el pulso literario de los relatos puede intentar operar un cambio. Creo que es más productivo aproximarse a las historias sin prejuicios, saliendo del esquema de héroes y villanos. Intento analizar y dar cuenta de la historia y de las ideas que subyacen en la política internacional y en el hecho de que Palestina no sea reconocido como Estado.
-T.: ¿Cómo presenciaste la violencia en la sociedad de la frontera?
-S.B.: En esa sociedad hay otro tipo de niñez en la que la violencia está muy naturalizada, ya sea desde el lado de los palestinos de Cisjordania, como en los chiquitos que viven en el sur de Israel, donde tienen totalmente internalizado un sistema de alarmas que suenan cuando se está acercando un misil que viene desde el lado de Gaza y tienen un instructivo que seguir que consiste en esconderse en un refugio y esperar un determinado tiempo para después continuar con su vida normal. Desde el lado palestino también, es una pregunta muy angustiante, qué va a pasar con esos chicos que son criados teniendo que pasar puestos de control militares y que tienen que ser revisados cada vez que tienen que ir a un hospital o cuando tienen que trasladarse de una ciudad a otra.
T.: ¿Cómo es la militarización de Israel y la relación con los rehenes?
S.B.: El tema de los rehenes es muy importante para Israel. Tengamos en cuenta que es una sociedad altamente militarizada, algo muy distinto a lo que vivimos en Argentina y en gran parte del mundo. El servicio militar es obligatorio, durante dos años para los varones y uno para las mujeres. Casi toda la población tiene algún familiar en algún momento, participando de los «operativos» militares en Palestina.
-T.: ¿Cómo ves el intercambio de rehenes de estos días?
-S.B.: Me parece que es alentador, muy positivo, ya que lo que han hecho es una catástrofe. Sin embargo, al mismo tiempo, todo reproduce una dinámica que está mucho más radicalizada en este conflicto, lo que implica un quiebre. Nunca había habido tantas bajas del lado de Israel en conflictos previos. Lo que está sucediendo en Gaza con la «contraofensiva», también denominada así por Israel, es más grave que en ocasiones anteriores. Ya era evidente que Israel utiliza los «target killings» teóricamente dirigidos a objetivos relacionados con los líderes de Hamas, pero ha habido muchas víctimas civiles. Incluso se han llegado a bombardear escuelas y hospitales. En este caso, creo que todo es mucho más radical. El intercambio de rehenes forma parte de mantener el «status quo». El cese al fuego es por unos días, pero después seguirá la misma desigualdad que se ha mantenido a lo largo de los años.