El aclamado escritor británico Ken Follett presentó hoy en el Royal Over-Seas League, un exclusivo club londinense, su más reciente obra, «La armadura de la luz», quinta entrega de la exitosa saga «Los Pilares de la Tierra» que desde el martes podrá conseguirse en librerías argentinas, y en el recorrido que hizo ante la prensa internacional contó que hasta había usado inteligencia artificial, concluyendo que si bien «puede escribir, su calidad es cuestionable».
En el evento organizado por la Asociación de Prensa Extranjera (FPA), el bestseller galés de 74 años confesó que durante la confección de su nueva y esperada novela, ambientada en el siglo XVIII, experimentó con la inteligencia artificial (IA), una decisión que tomó luego de notar «similitudes entre aquella época y la revolución tecnológica contemporánea».
«El resultado fue cliché -aseguró Follet-, llevándome a concluir que, aunque la IA pueda escribir, su calidad es cuestionable. Debo informarles que la IA piensa que soy pésimo», remató con humor, antes de concluir que su trabajo como novelista «permanece seguro por el momento», una ironía que puede encontrar ecos en escenas tan actuales como la huelga de actores y guionistas que hace meses se lleva adelante en Hollywood pidiendo la regulación del uso de IA; así como en el suceso de su propia obra.
La saga a la que se suma «La armadura de la luz», cuenta más de 50 millones de ejemplares vendidos y se posiciona como una de las más leídas en el mundo.
El nuevo libro que desde el martes estará disponible en librerías de la Argentina y varios otros países, se sumerge en la vida de distintas familias de la icónica ciudad de Kingsbridge en 1792, testigos y protagonistas de los profundos cambios introducidos por la era de las máquinas en Europa.
En tiempos de la Revolución Industrial y conflictos contra el emperador Napoleón en Francia, los habitantes de Kingsbridge se ven desafiados por la opresión, drásticas reformas gubernamentales y la amenaza de una creciente mecanización que podría marginarlos.
La riqueza de personajes y la meticulosidad en los detalles históricos son una seña identitaria de las obras de Follett, quien ha vendido más de 188 millones de ejemplares de sus 36 libros en más de 80 países en 33 idiomas.
Durante la conferencia, Follett presentó un documental sobre Quarry Bank en Cheshire, Inglaterra, donde se documentó para su nuevo libro, un museo gestionado por el National Trust que representa el tipo de fábrica donde los personajes de su novela habrían trabajado extensas horas tejiendo telas.
El autor se sintió especialmente atraído por la Revolución Industrial y sus conflictos, y reveló su intento personal de entender aquellas máquinas que transformaron la vida cotidiana, incluso, aprendiendo a usar una rueca.
«Me gustan las historias de gente que vive grandes crisis históricas, guerras, revoluciones, mientras tienen que seguir con su vida cotidiana, enamorándose, criando a sus hijos, mientras el mundo se tambalea. Pero primero quería entender las máquinas que revolucionan los ojos de la gente común», explicó.
En el marco de su investigación visitó numerosos sitios históricos y museos, como Quarry Bank Mill, en Cheshire, Inglaterra, el cual le dio «una poderosa idea de las máquinas que los personajes habrían usado» y del «ruido insoportable que hacían esas máquinas».
En cuanto a la exactitud histórica en su obra, Follett fue tajante: «nunca me permito ningún margen de maniobra con la historia -aseveró-, quiero poder decir a mis lectores que toda la historia de este libro es cierta» porque «creo que eso es lo que les gusta, sentir que están aprendiendo historia».
«Hago mi propia investigación porque no me gusta que la gente piense que tengo un equipo de personas investigando para mí», aclaró, aunque después de redactar un borrador inicial, recurre a historiadores especializados para revisar y corregir.
Por otra parte, el escritor se refirió a los paralelismos que encontraba entre aquel período histórico y los tiempos actuales: «en la última década del siglo XVIII hubo una crisis del costo de vida, algo que estamos experimentando en el Reino Unido y, creo, en muchos otros países en este momento. No hemos tenido disturbios por el pan, pero vemos gente luchando para llegar a fin de mes», declaró.
«A fines del siglo XVIII, el precio del pan subió tanto que hubo un fenómeno llamado ‘La Revuelta de las Amas de Casa’, cuando las mujeres que no podían permitirse alimentar a sus familias irrumpieron en las panaderías y robaron el pan», añadió.
En este contexto, contó su descubrimiento sobre «mujeres valientes que seguían al ejército británico», a quienes llamó «seguidoras del campamento», y cómo este hallazgo inspiró a uno de sus personajes femeninos.
Ante la pregunta de por qué se concentra tanto en estos personajes femeninos, Follet rememoró el éxito de «El Ojo de una aguja», donde decidió cambiar al héroe de varón a mujer, lo que resultó, a su entender, en «una narrativa única» y «diferenciadora».
Consultado sobre su perspectiva optimista en torno a la evolución de la libertad en la Historia, Follet remarcó como «esencial» la «visión a largo plazo».
«Me gustan las historias de gente que vive grandes crisis históricas, guerras, revoluciones, mientras tienen que seguir con su vida cotidiana, enamorándose, criando a sus hijos, mientras el mundo se tambalea. Pero primero quería entender las máquinas que revolucionan los ojos de la gente común»Ken Follet
«A pesar de que en la Edad Media la noción de libertad era casi inexistente, y que las personas se suponían debían seguir ciegamente las opiniones del Rey y el Obispo, los tiempos han cambiado de manera drástica», aseveró y puso como ejemplo de esa convicción su obra «Una columna de fuego», donde aborda las guerras religiosas del siglo XVI y destaca la lucha por la libertad de religión.
«En ese tiempo, esa noción de libertad religiosa no existía. Pero hoy en día, en la civilización occidental, se acepta universalmente que cada individuo tiene el derecho de elegir y expresar su fe», subrayó.
Follet también tocó temas políticos contemporáneos, como el Brexit, señalando su desacuerdo con la decisión y su deseo de una Gran Bretaña «más integrada» con Europa; al tiempo que expresó su «entusiasmo» y «confianza» en torno al futuro del Partido Laborista británico y compartió sus «preocupaciones» por problemáticas globales como «el cambio climático».