El artista Francisco «Pancho» Casas, compañero del chileno Pedro Lemebel en el legendario dúo performático Yeguas del Apocalipsis, dialogó con Télam sobre la muestra «La piedad de Ucayali» que se exhibe por estos días en la porteña galería Pasto, a la vez que reflexionó sobre la escena artística y política latinoamericana y repasó su reconocida trayectoria que tiene como ícono las performances que visibilizaron las diversidades sexuales y demandaron por los derechos humanos en el Chile pinochetista y homofóbico de fines de los 80.
La exposición montada en el local de Chacabuco 866 configura un viaje mítico por la Amazonia, geografía de cosmovisiones no binarias enlazadas con la tierra. El viaje lo hicieron el chileno Casas y el peruano Julio Urbina Rey, autores y protagonistas de las fotos curadas por Rodrigo Barcos. Las fotos se ven en Pasto, presentadas en formato medio sobre clásico papel o como gigantografía erótica y exuberante en 3D.
«Jugamos con las cosas que han devastado este medio ambiente, entendiendo que la palabra ecología ya no tiene sentido, que ya no hay nada prácticamente que salvar -explicó a Télam Casas-. Los movimientos ecológicos son discursos fósiles, como casi la mayoría de los discursos minoritarios incluyendo a los feministas: cuando las mujeres vienen con todo el bullying y cancelaciones es como volver al siglo XVII y pasar por guillotina todo lo que haya que pasar, una furia sin mucho sentido».
«La muestra rescata además la mirada no binaria de las culturas amazónicas; los devenires sexuales son un movimiento, no existe masculino ni femenino en esta cultura, existe algo que se mueve, como la vida».Francisco «Pancho» Casas
Y así como están pensando a los movimientos ecológicos y al feminismo, para Casas «ya tampoco sirve la izquierda, que no sabe responder ante una derecha asesina, brutal e intolerante, de una manera que ya da miedo como cuando vemos a Milei, la situación chilena (reivindicando a Pinochet a 50 años del golpe) o el golpe de Estado en Perú», impulsado en diciembre último por la derecha peruana y la actual presidenta Dina Boluarte.
«No hay ética y pasa lo mismo con los movimientos homosexuales, coptados por el capitalismo y dedicados a consumir sin hacer alianza con otras minorías como las raciales -agregó el artista y escritor chileno-; acuérdate que los movimientos homosexuales comienzan en el mundo cuando cierran la discoteca de Stonewall. Si no les hubiesen cerrado la discoteca estarían todas calladas», apostó.
Se refirió así a los disturbios de Stonewall Inn, en Greenwich Village, Manhattan, que comenzaron el 28 de junio de 1969 cuando cientos de homosexuales y trans se enfrentaron a la policía. Una noche violenta seguida por seis días de peleas callejeras en la Gran Manzana, que gestaron una ola que no pararía hasta un año después, cuando se celebró el primer desfile del orgullo gay.
«En esta muestra estamos hablando de la selva, pero la selva contiene en sí misma al Amazonas y todo este barroco, imagina tan solo lo que hizo Jair Bolsonaro (ex presidente brasileño de ultraderecha) con el Mato Grosso -señaló Casas-. La muestra rescata además la mirada no binaria de las culturas amazónicas; los devenires sexuales son un movimiento, no existe masculino ni femenino en esta cultura, existe algo que se mueve, como la vida», indicó.
Hace ya casi un año que Casas llegó a la Argentina. Un día como hoy estaba partiendo de Lima. Se fue de Perú cuando exhortaron a «no comprarle obra a los artistas terrucos», así «le llaman a los comunistas», explicó a Télam, «y entre los terrucos estaba yo, que como vivo de mi trabajo y de hacer clases supe que era hora de irse».
El cuerpo sigue siendo el territorio de disputa para esta yegua que es Casas (Santiago de Chile, 1959) y para el joven Urbina Rey, estampado sobre grandes acrílicos donde imprimieron fotos de desnudos propios con referencias a la obra de Ana Mendieta (1948-1985), la performer, videasta, escultora y pintora de land-art cubano estadounidense, reconocida por haber trabajado con su propio cuerpo para conectarse con la tierra, una obra que hoy aparece en sitios porno soft de Internet.
Un sireno morocho y lampiño de cola dorada retoza en la rivera lodosa de un río caudaloso. Puede remitir a un ‘yakuruna’, uno de los mitológicos hombres de aguas de la Amazonía peruana que habita el fondo de lagos y grandes ríos.
Dos cuerpos de atributos masculinos y femeninos interrumpen la transparencia de enormes acrílicos coloridos de plantas frondosas, flores y frutas tropicales. La proa de una barcaza se abre paso por un río nocturno en la galería que está frente al teatro Margarita Xirgú de San Telmo, barrio adonde Casas está instalado hace un año, cuando llegó desde Perú en una combi de los 60 que se compró y estampó con la bandera del partido comunista, en un viaje que había calculado iba a ser de 20 días pero que le tomó dos meses.
«Una aventura linda. A la combi hubo que cambiarle el motor, nos devolvieron de Bolivia, cruzamos los Andes dos veces -contó al recorrer con Télam la muestra que financió vendiendo obra propia-. No soy yegua de feria -dijo también- por eso estoy con una galería aristócrata marginal que apuesta por gente que nadie ha apostado antes, como la Chola Poblete, que hoy está en Berlín, o chicos como Federico Cantini, de Rosario. No hay artistas emergentes. Decirte artista emergente es insultarte. Tampoco hay artistas jóvenes. Hay artistas y hay mercado».
«Lo que rescatamos aquí es la travesía del barco carguero que hicimos por varias ciudades de la zona amazónica, desde la ciudad de Yurimaguas hasta Iquitos, en Perú -detalló Urbina Rey, partenaire de Casas en esta aventura-, cinco días durante los que recorrimos varios ríos, uno de ellos el Ucayali», que es de donde parte el nombre de la exposición.
«La piedad de Ucayali» alude a «La pietá» de Miguel Ángel, una talla en mármol del siglo XVI e ideales renacentistas emplazada en el Vaticano, ícono de la tradición cristiana, que representa a una Virgen María joven y bella sosteniendo en sus brazos a su hijo muerto, Jesús, recién bajado del cruz tras días de calvario.
Dijo Urbina Rey que esta muestra es «una especie de mofa a esa Piedad» y que en ella «el río aparece como una entidad misma, algo muy presente en la tradición andina y amazónica, donde todo tiene como una especie de almita protectora, desde los objetos de la tierra (ríos, montañas) hasta las plantas y los animales. Nos interesamos mucho en eso y nos llevó a investigar sobre estas divinidades que no son dioses ajenos o lejanos a las personas, sino que están dentro de la propia comunidad».
El viaje que dio forma a este trabajo fue en 2018, luego llegó la pandemia y Casas y Urbina Rey decidieron hacer una obra que sintetice todo el barroco amazónico.
Una foto parodia la obra «Pago de la deuda externa argentina a Andy Warhol» que hizo en 1985 Marta Minujín. En ese encuadre no hay Marta, ni Andy, ni choclos. Hay bananas, un banquito de madera y el cuerpo desnudo de un hombre.
«Lo primero que quiero decir, como dato, es que al maíz que se come en Argentina lo modificaron genéticamente los incas hace tres mil años y por eso los granos son tan grandes, o sea, eso es patrimonio del Perú. Lo segundo, que después de la Segunda Guerra Mundial Perú salvó al mundo de morir de hambre plantando papas. De eso se alimentó Europa: papas, brócolis, repollos. Eso fue lo que comió. Entonces el granero del mundo es de Perú», advirtió Casas.
«‘La piedad de Ucayali’ está hablando de eso, la selva del Amazonas. En Argentina con suerte ahora tienen soja, que no sirve para nada porque es transgénica. Además ¿Por qué pagarle la deuda a Warhol?, que la pague Warhol, ¡Que la condonden!», arremetió por otra parte, al tiempo que desestimó que, en su trabajo, el cristianismo funcione como referencia.
«Cuando estamos tratando de descolonizar también hay que empezar a reírse un poco de eso -invitó-, lo que hago es un arte descolonizador, con Julio le tenemos tanto odio, tanto odio, que no podemos parar de reírnos de los signos ni de plantear nuestras propias piedades, nuestras propias misericordias»
¿Tú sabes, por ejemplo, que en América Latina no existía la palabra pobreza?, preguntó. «La trajeron los españoles, eran catástrofes, como cuando explotaba el Licancabur en Chile. Y a esas catástrofes las trataban de predecir, de ahí toda la locura, pero la palabra pobreza no existía. Y el olor a cuerpo tampoco ¿ya lo entendiste? El olor a cuerpo lo trajeron los españoles, los indios vivían en sistemas naturales, en la cultura amazónica no no existe el olor a pie -hizo un silencio y sonrió-: entre las formas de colonización que nos trajeron está el mal olor».
Expresó Casas, sin embargo: «Voy a quedarme mucho rato más acá, creo que si gana el candidato, que no va a ganar, se va a poner muy entretenida la cosa porque hay que salir a la calle y puedo salir a la calle por Argentina o con Argentina. Nunca estoy tan vieja para no marchar».