Si bien esta dosis de refuerzo es para grupos determinados, ésta es la primera vez que se hace referencia oficialmente a una tercera dosis, una realidad que ya ocurre en varios países del mundo para sostener en el tiempo la pandemia de coronavirus.
Vizzotti habló hoy desde la provincia de San Luis en el marco de la segunda jornada de la reunión del Consejo Federal de Salud (Cofesa) y esquematizó el calendario explicando que el objetivo es, luego de dar en septiembre las segundas dosis pendientes de los jóvenes con condiciones priorizadas; comenzar con los adolescentes en octubre, y hacer un refuerzo en personas que tienen determinadas condiciones de salud e inmunodeprimidas en el mes de noviembre.
“Es muy importante que más países accedan a las vacunas para vacunar a la población objetivo y disminuir la circulación viral de esos lugares donde todavía no han accedido. Eso es más importante de que otros países vacunen al 100 por ciento de su población con una tercera dosis”, dijo Vizzotti, quien a su vez agregó: “Los países que están empezando a aplicar terceras dosis no tienen la situación de Argentina, son algunos países como Chile o Uruguay que vacunaron con una vacuna que es bastante menos efectiva que las que está usando la Argentina”.
Los trabajos científicos publicados por especialistas sobre quiénes necesitarán una dosis de refuerzo de la vacuna contra el COVID-19 señalan que las personas que han sido trasplantadas o que son inmunocomprometidas por alguna enfermedad deberían ser priorizadas para recibir la tercera dosis.
La ministra se refirió a otros países que están también utilizando esta estrategia como Israel y Estados Unidos, “que han vacunado con un intervalo muy cortito, entonces el descenso de la inmunidad puede ser un factor relevante para el aumento del número de casos, es por eso que están dando la tercera dosis”.
Vizzotti siguió: “La estrategia argentina apuntó a priorizar la primera dosis, cubrir un número muy importante de personas con una dosis lo antes posible y diferir la segunda dosis. Ahora acelerar la vacunación con la segunda dosis nos prolonga el tiempo de protección, nos da más tiempo para trabajar en ese sentido y hace que no sea necesario en este momento pensar en una tercera dosis”.
Y cerró: “A partir de noviembre, evaluaremos si estamos en condiciones de pensar en un refuerzo para poblaciones muy específicas como personal de salud que tienen una exposición muy importante y se vacunaron a principios de año. Y también en las personas inmunocomprometidas que tienen menos respuesta y un refuerzo los beneficiaría”, agregó.
Según el Monitor público de Vacunación en la Argentina hasta hoy hay vacunados con una dosis 27.976.268 personas (61,07%) y con dos dosis 14.716.901 personas (32,12%).
Trasplantados y pacientes renales, grupos target
Uno de los grupos para considerar como prioritarios para la tercera dosis serían las personas que han recibido órganos por trasplantes. Uno de los estudios fue publicado por la revista especializada Annals of Internal Medicine. Sugirió que la administración de una tercera dosis de la vacuna contra el COVID-19 incrementa los niveles de anticuerpos en los receptores de trasplantes de órganos que habían desarrollado una respuesta subóptima a las pautas de vacunación estándares. En ese grupo de pacientes, se suelen indicar medicamentos inmunosupresores para evitar que el cuerpo rechace al nuevo órgano, pero puede aumentar el riesgo de infecciones.
Otro trabajo que fue publicado en la revista JAMA de la Asociación Médica Estadounidense con 658 pacientes trasplantados que habían completado el esquema de vacunación. Solo el 54% de los que completaron la pauta de inmunización vacunas de ARN mensajero de Pfizer/BioNTech o Moderna desarrollaron anticuerpos que les conferían protección frente al virus.
Dorry Segev, cirujano de trasplantes de la Universidad Johns Hopkins, lideró un trabajo para medir la protección en trasplantados. Con su equipo, analizaron los datos de más de 18.000 receptores de trasplantes de órganos grandes como riñones o pulmones completamente vacunados. Hallaron que 151 de esos pacientes se infectaron. Dentro de los trasplantados que se infectados aunque estaban vacunados, el 50% requirió hospitalización y casi uno de cada 10 falleció. A pesar de que la tasa de infección es realmente baja con un 0,83% en el grupo de trasplantados con vacunación completa, lo cierto es que es 82 veces mayor que la registrada entre la población general vacunada.
También la tercera dosis podría proteger mejor a las personas con enfermedad renal crónica. De 12 pacientes en diálisis que inicialmente no generaron anticuerpos tras dos dosis de la vacuna, la mitad obtuvo una respuesta de anticuerpos tras una inyección adicional, según informaron los investigadores de Francia en un estudio preliminar publicado el 6 de julio. En tanto, el 42%, es decir, 5 de los 12 pacientes con anticuerpos negativos, presentaron anticuerpos tras una tercera vacuna, según informó otro grupo de investigadores el 31 de mayo en Nephrology Dialysis Transplantation.
En la Argentina se está llevando a cabo un ensayo para evaluar la protección brindada por la vacunación en pacientes con insuficiencia renal crónica que están en diálisis y que recibieron las dos dosis de la vacuna Sputnik V, desarrollada por el Instituto Gamaleya de Rusia. El trabajo fue impulsado por la Sociedad Argentina de Nefrología y se desarrolla en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS), que depende de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet.
Al respecto, Jorge Geffner, investigador superior del Conicet y a cargo de la investigación en el INBIRS, señaló a Infobae, “en coincidencia con lo descripto por otros estudios con otras vacunas las personas con insuficiencia renal en diálisis tuvieron una respuesta menor a la primera dosis de Sputnik. Pero aumentó bastante con la segunda dosis en los resultados preliminares. Estamos analizando los datos aún y en función de los resultados podremos ver si es necesario una tercera dosis para ese grupo de pacientes”.