Querían escribir un folletín de amor, pero terminaron creando una novela que logra describir con precisión lacerante la crueldad de un mundo en el que vivir es una pesadilla, y al mismo tiempo relatar la maravilla de una historia de amor con mayúsculas, en una trama en la que el heroísmo, la solidaridad y voluntad de cambiar la realidad compensa tanto horror cotidiano.
Si la novela fuera sometida al escrutinio de un jurado popular imaginario, probablemente terminaría fallando por unanimidad que lo que transmite «El Infierno» es que, a pesar de los pesares, la vida vale la pena.
Carmen Mola es el pseudónimo con el que los españoles Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero decidieron presentarse en 2021 a un concurso del premio Planeta y ganaron con su novela «La bestia». Cuando se supo que detrás de Carmen había tres hombres, se generó un éxito editorial y una polémica respecto de si ganar un concurso con un nombre de mujer no era «hacer trampa», a la luz de que el movimiento feminista podría generar en los jurados una inclinación a premiar mujeres. Lo que está fuera de todo debate es que esa primera novela fue un fenómeno de ventas.
En diálogo con Télam, de visita en Buenos Aires para presentar «El Infierno», Díaz, Martínez y Mercero hablaron de su nuevo hijo, una novela negra que retrata el horror de la esclavitud en Cuba en las plantaciones de azúcar a mediados del siglo XIX, mientras en España un levantamiento del ejército contra la reina Isabel II tiñe de sangre y muertos las calles de Madrid.
«El infierno» pone la lupa sobre un tema muy poco abordado: los esclavos españoles que llegaron engañados a la isla (se suele creer que sólo había africanos y chinos) y es también la apasionante historia de amor de Mauro y Leonor, dos personajes que compensan la oscuridad de una novela negra al más puro estilo Carmen Mola, cuyo sello es la violencia.
Todos para una: el fenómeno del seudónimo Carmen Mola
Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, tienen sus proyectos personales, pero en 2017 decidieron lanzarse a la aventura de creación colectiva que cristalizó en una primera novela, «La Novia Gitana», a la que seguirían «La red púrpura», «La nena» y «Las Madres».
En 2021, Carmen Mola obtuvo el premio Planeta con «La Bestia», un apasionante thriller histórica que se convirtió en la novela más vendida de toda su obra.
Desde entonces, decidieron revelar sus identidades y vinieron por primera vez a la Feria del Libro en 2022 para presentar «La Bestia», reencontrarse con la literatura latinoamericana con la que se formaron y repensar el uso que a lo largo de la historia se le ha dado al seudónimo.
“La Bestia” es una novela pandémica y de registro cinematográfico que aborda la desaparición de niñas en una Madrid de 1834 azotada por una epidemia de cólera que nació a partir de la escritura colaborativa entre los tres. Claro que con la notoriedad de “los Mola” -como se los conoce ahora que se sabe que son tres hombres- vino la polémica: a algunos lectores y libreros no les gustó que los guionistas se escondieran detrás de una firma de mujer porque vieron en eso una especulación para acomodarse a un mercado editorial que actualmente pareciera valorar la autoría femenina.
–Ustedes eligieron retratar con lujo de detalles la crueldad de la esclavitud en la Cuba de 1860, donde llegaban africanos, chinos y también españoles. ¿Por qué decidieron ser tan crudos sobre una realidad tan poco abordada?
–Agustín Martínez: No estaba en nuestros planes iniciales, nosotros queríamos escribir una historia de amor, un folletín decimonónico y tal. Pero cuando entramos en esa España de 1866 al 1868 y empezamos a ver cómo era la sociedad española en ese momento. Nos encontramos con un espejo de lo que era la sociedad cubana, pero multiplicado por 100. Porque si en España había diferencias sociales, en Cuba estábamos en el el otro extremo: era esclavos versus personas libres.
Por otro lado, en España el tema de la esclavitud lo tenemos un poco olvidado. No se enseña en el colegio, hemos visto tanto la esclavitud en los campos de algodón en Estados Unidos que pensamos ha sido una cuestión estadounidense y que España no ha tenido nunca nada que ver con la esclavitud cuando en realidad fue el último país europeo en abolirla. Y el penúltimo a nivel de países occidentales.
Y nos parecía muy, muy interesante ese mundo. Es verdad que España vivía en un clima de mucha hipocresía: en España no existía la esclavitud, pero sí existía en los territorios de Ultramar, como Cuba. Había esclavitud africana y china, pero también en un momento comenzaron a llevarse españoles bajo el término de colono asalariado, pero en realidad iban engañados a la isla para ser convertidos en esclavos. No tengo en la cabeza ninguna película que hable de esa situación.
«En Cuba había esclavitud africana y china, pero también en un momento comenzaron a llevarse españoles bajo el término de colono asalariado, para llevarlos engañados a la isla y convertirlos en esclavos»Agustín Martínez
–Hoy hay muchas críticas a Cuba, pero este libro también es un gran recordatorio de cómo se vivía en la isla antes de la Revolución…
–Jorge Díaz: Bueno, la Revolución fue en 1959 y España sale de Cuba en 1868. Pasaron muchos años en los que Cuba dependió de sí misma, nosotros estamos reflejando lo que ocurría 100 años antes de la revolución.
Probablemente, cuando estalló la revolución cubana quedaban con vida cubanos que habían sido esclavos o que habían nacido como esclavos. Porque la esclavitud en Cuba acaba en 1886, en Brasil, dos años después. Nosotros hemos estado en Cuba en septiembre un par.de veces. Sigue siendo tan fascinante como siempre, pero las condiciones de vida son muy duras. En el tiempo en el que sucede la novela, Cuba es lo mejor de España porque ni siquiera es una colonia: es una provincia española.
Cuando nosotros estudiamos en el colegio por ejemplo, cuál fue el primer ferrocarril de España, fue el de La Habana a Matanzas. La relación entre Cuba y España es muy estrecha. Con todas las diferencias políticas es el lugar de América más cercano a nosotros. La Habana es Cádiz, cuando tu paseas por La Habana estás viendo Cádiz y cuando paseas por Cádiz estás viendo La Habana. Lo que pasa es que a Cádiz lo hemos cuidado y a La Habana ya no. Y entonces bueno, Cuba es un lugar muy especial, pero no podemos hacernos responsables porque pasaron muchos años entre la independencia y la Revolución.
«España sale de Cuba en 1868 y la Revolución fue en 1959. Probablmente todavía había cubanos hijos de esclavos».Jorge Díaz
La violencia, marca en el orillo de Carmen Mola
–En “El Infierno” hay personajes luminosos, pero los malos son muy malos y la violencia que ejercen está narrada de un modo muy explícito, que angustia al lector. ¿Por qué tomaron esa decisión?
–Jorge Díaz: Bueno, a nosotros nos gusta el personaje del malo sin más, maniqueo. Tenemos el personaje del Demonio -que hasta las últimas páginas no se sabe quién es-, compuesto por un psicópata incapaz de empatizar, que las únicas emociones que experimenta en la vida las tiene en un contexto muy específico y en un mundo que le es vedado.
Luego están los esclavistas, que en sí no son psicópatas, pero que en la época tenían un ingenio que sustentaba su fortuna y la eficacia de su empresa. Visto hoy es un horror, por supuesto. Pero esos personajes en esa novela no conocían otra cosa. Y hay una conversación en la novela en la que los esclavistas debaten si no es hora de liberar a los esclavos, porque ya han ganado mucho dinero, y concluyen que no, que todo se iría a pique. Yo no diría que son personajes negativos, aunque si lo pensamos desde nuestra poltrona del siglo XXI sí lo son.
Sobre héroes y tumbas
–Hay un debate universal que está planteado por Mauro, el héroe de la novela, que es el revolucionario romántico y afirma con otras palabras que la violencia es la partera de la historia. ¿Ustedes qué creen?
–Agustín Martínez: No vamos a llamar a la revuelta popular (ríen). Creo que estamos en una época muy concreta, el siglo XIX, estamos hablando de un cambio de régimen total. Tanto en España, donde hay una monarquía, como en Cuba, donde rige un régimen de esclavitud. Donde existen esos regímenes parece que no hay maneras de derrocarlos, sino a través de la violencia. El poderoso nunca va a compartir sus prebendas por las buenas. También lo estamos hablando desde un punto de vista súper occidental, es decir ahora para conseguir avances en el feminismo por ejemplo, te puedes manifestar en la calle y tal. Pero no le cuentes eso a una mujer en Arabia Saudita. Para conseguir algunos derechos esa mujer se va a tener que jugar la vida y va a tener que recurrir a la violencia.
Del amor y otros demonios
-Me encanta el personaje de “El Brujo”, que decidió no volver a querer a nadie porque ha visto morir demasiada gente, que antagoniza con la pareja de enamorados de “El Infierno”, Carmen y Mauricio. ¿Ustedes con qué personaje se identifican?
–Jorge Díaz: Pues yo creo estar más cerca de Leonor y Mauro. “El Infierno”, el título de la novela, es muy polisémico. Habla del infierno de la esclavitud, pero también del infierno del amor no correspondido o que a pesar de ser correspondido no se puede vivir. El amor es una de las cuestiones que más ayuda en la vida, te hace olvidar las pequeñas o grandes dificultades. En la novela hablamos de las dos cosas que te ayudan a sobrellevar las dificultades de la vida: el amor y la ficción o la fantasía. A lo largo de toda la novela hay personajes que acuden a la ficción para sobrellevar la vida. Lo hemos hablado mucho y estamos convencidos de eso. Queremos estar más cerca de Mauro y de Carmen.
«El amor es una de las cuestiones que más ayuda en la vida, te hace olvidar las pequeñas o grandes dificultades»Jorge Díaz
–”El Infierno” es también una alusión a la Divina Comedia de Dante Alighieri y el libro va adentrándose en los círculos…
–Jorge Díaz: Pero nuestro infierno tiene siete y no nueve. ¿Por qué?
-¿Por qué?
–Porque el séptimo círculo es el de la violencia y es lo que caracteriza a Carmen Mola.
–Antonio Mercero: Además, el octavo y el noveno círculo son un bajonazo, uno creo que es el de los defraudadores de hacienda y el otro… no me acuerdo. Iba a ser demasiado prosaico que fueran nueve.
–De todos los personajes, el que más tristeza me generó fue Tomasiño, que no quiere salir de la esclavitud y está conforme con su condición.
–Antonio Mercero: Hay muchos Tomasiños en la vida que no están llamados a emprender grandes hazañas y se van a mover en tesituras muy cortas.
–Jorge Díaz: Pero son más felices (ríen).
–Antonio Mercero: Desde luego que no está dotado de los atributos del héroe como los que tiene Mauro, no es un peleón. Es el personaje del pringado, de poca voz.
–Hay personajes que son claramente buenas personas, pero ustedes los ponen entre la espada y la pared en circunstancias muy dilemáticas… Me preguntaba cuánto heroísmo se le puede pedir a un ser humano…
–Antonio Mercero: Yo creo que socialmente le exigimos a la gente ser héroes o heroínas y se repite muchas veces por ejemplo en las historias de abusos sexuales con preguntas del tipo: ¿por qué no denunciaste antes a tu agresor o agresora? Y esa gente no está obligada a ser héroe. Mauro sí es un héroe, pero eso no creo que lo convierta en mejor persona que el protagonista del manuscrito que va contando su propia historia.
El personaje que cuenta la historia está atrapado en un conflicto moral terrorífico y no tiene el valor para quitarse la vida. Yo creo que en ese sentido, la novela tiene varios personajes que transitan ese mundo. El propio Tomasiño…¿por qué tiene que ser un héroe? ¿Por qué tiene que escapar del ingenio y jugarse la vida si de repente está a gusto allí? Cuando no estaba a gusto en su pueblo. En realidad son víctimas. Los hechos que viven a su alrededor los tienen completamente paralizados.
«Perdón, querido Rey»
–Quería saber si estaban al tanto de que el 9 de julio de 2016, en Tucumán, en el Día de la Independencia argentina de España, el expresidente Mauricio Macri le dijo al Rey Emérito Juan Carlos de Borbón que los héroes argentinos “deberían haber tenido angustia de separarse de España”
–Jorge Díaz: El Rey no lo sufrió, nosotros no lo sufrimos, vosotros no lo sufrísteis
–Antonio Mercero: Debió quedarse estupefacto. Se debe haber preguntado:¿ah, pero esto fue nuestro? Algún asesor le debe soplado algo al oído.
–En el prólogo de sus cuentos completos, el escritor argentino Guillermo Saccomanno plantea que lo que él escribe son ficciones, pero sus ficciónes aspiran a una verdad. ¿Ustedes a qué aspiran con sus ficciones?
–Jorge Díaz: Nuestra primera lectura es siempre el entretenimiento. Queremos que toda novela sea muy entretenida y que cuando alguien la lea no solo lea nuestra novela, sino que esté dispuesto a leer otras. Dicho esto, las novelas van teniendo una serie de capas. Desde “La Bestia”, “Las Madres” y “El Infierno” jugamos bastante con la denuncia de la desigualdad social.
De la diferencia social de acuerdo con dónde nazcas. No es lo mismo nacer en Buenos Aires, que es una ciudad cosmopolita, que a lo mejor en Santiago del Estero. No es lo mismo nacer en una familia de clase alta que en una familia de clase baja.
Esas son las cosas que queremos reflejar. Siempre queremos tener personajes femeninos muy fuertes, muy protagonistas de su vida, que no sean apéndices de los hombres. Leonor tiene su propio crecimiento.
«Le exigimos a la gente ser héroes o heroínas y se repite muchas veces por ejemplo en las historias de abusos sexuales con preguntas del tipo: ¿Por qué no denunciaste antes a tu agresor o agresora?»Antonio Mercero
–Se puede hacer un libro de entretenimiento que sea profundo…
–Jorge Díaz: A ver, dentro del poco poder que tiene un escritor de entretenimiento y de ficción. Nosotros no podemos cambiar el mundo, pero podemos señalar cuestiones.
–¿Puedo disentir? Hay libros que abren mundos y cambian las vidas de las personas. No sé si cambian el mundo, pero cambian las subjetividades…
–Antonio Mercero: Creemos en el poder de la ficción y en cómo influye a escala mínima, pero nos gusta hacer la reivindicación de la literatura como entretenimiento, creo que se ha perdido mucho ese norte. Cuando uno mira el cine, nadie duda de que Alfred Hitchcock es un maestro y hacía películas de entretenimiento. La intención de llegar a la mayor cantidad de gente posible no debe ser separada de la calidad, de los temas que abordas. El cine sí tiene ese aprendizaje.
–Un prejuicio de la academia que por suerte está cambiando es considerar la literatura policial (ustedes hacen novela negra) como un subgénero…
–Antonio Mercero: Pero hoy en día coges a Dashiell Hammett y es un clásico y nadie los desprecia. En España, en la literatura ha dejado atrás la época en la que la literatura era para entendidos.
–Jorge Díaz: A veces te hacen críticas que dicen: “Carmen Mola es literatura de entretenimiento, pero no como…” y hacen comparaciones. A ver, es que si no existe la Carmen Mola no habría librerías. ¡Déjennos en paz!
–Antonio Mercero: Yo creo que la mayoría de los lectores quieren entretenerse con una novela y eso que dices tú cuando alguien siente que un libro le está cambiando la vida está muy bien que exista; pero eso es una cosa que está en el lector, el escritor no está escribiendo para cambiarle la vida a un lector. Puede ser que el lector, en un determinado momento, lea una frase o una trama que le sacuda. Eso forma parte de la magia de la literatura.
«A veces te hacen críticas que dicen: ´Carmen Mola es literatura de entretenimiento´, pero no como…” y hacen comparaciones. A ver, es que si no existe la Carmen Mola no habría librerías. ¡Déjennos en paz!Jorge Díaz
–A pesar de la historia de la colonización, en general españoles y argentinos nos tenemos un cariño mutuo.
–Antonio Mercero: Estuvo feo eso…(ríen los tres).
–Jorge Díaz: Cariño que va a durar hasta que nos enfrentemos nuevamente en un Mundial (la única fue en 1966 Argentina le ganó dos a uno a España en Inglaterra).
Y vuelven a reír al unísono.
«El Infierno», es cierto, exuda violencia. Pero los autores no dejan de tener una mirada profundamente romántica. Uno de los personajes se está jugando la vida por un amor y cuando un amigo le recomienda «tratar de olvidarla», responde:
-«No sé hacerlo. Podemos decidir sobre algunas cosas, pero sobre otras es imposible. Son demasiado grandes, no se dejan manejar».