El 10° Encuentro Nacional de Escritura en la Cárcel -un espacio de reunión y debate sobre la palabra escrita y las lenguas, políticas y acciones que atraviesan el encarcelamiento- se realizará el jueves 2 y viernes 3 de noviembre en el porteño Centro Cultural Paco Urondo.
En esta primera década del Encuentro Nacional de Escritura en la Cárcel, que coincide con los 40 años de la recuperación de la democracia en la Argentina, «la idea es reflexionar sobre la potencia de la palabra y los modos de organizarse a través de la poesía, el teatro, la música y otras formas de producción cultural e imaginación política dentro y fuera de la cárcel», dice a Télam el docente e investigador Juan Pablo Parchuc.
En el histórico edificio de 25 de Mayo 201, habrá paneles temáticos, libros, una feria de cooperativas y proyectos sociales de personas liberadas y familiares, lecturas, un taller de escritura en contexto de encierro, y música en vivo de proyectos de hip hop en cárceles divulgados por redes sociales, previstos para el cierre, el viernes 3 a las 18.
Como todos los años, también exhibirán publicaciones, resultado de una convocatoria abierta donde mandan libros, revistas y materiales hechos en talleres y espacios de formación y producción en contextos de encierro de Argentina y el exterior.
«El encuentro llama mucho la atención en Latinoamérica y otros países», explica el docente e investigador, que se suman a la feria de publicaciones de este evento, donde además habrá un espacio audiovisual y un microcine donde proyectarán cortos y materiales producidos en talleres artísticos dentro de la cárcel.
El evento anual organizado por el Programa de Extensión en Cárceles que dirige Parchuc -junto al departamento de Letras y al Centro Cultural Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA-, tiene como objetivo «compartir experiencias vinculadas a la lectura y la escritura, difundir la producción literaria y artística y mostrar formas de intervención educativa y cultural en contextos de encierro».
Y este año, «producto de un aniversario redondo, habrá una muestra de las fotos destacadas de cada una de las ediciones anteriores, siguiendo ejes vinculados a la poesía o a traducción», grafica quien durante 15 años coordinó actividades académicas y de extensión en el Programa UBA XXII de educación superior en establecimientos penitenciarios federales.
Participar del encuentro requiere de inscripción previa en este link, donde también puede consultarse el programa completo https://linktr.ee/enec
«A eso se suma que estamos atravesando el aniversario 40 de democracia ininterrumpida en Argentina, en un contexto electoral marcado por fuerzas enfrentadas que pugnan por ampliarla o retroceder, quitando derechos y cuestionando algunos de los fundamentos que permitieron reconstruirla», señala Parchuc.
«Desde la organización creemos que hay claves de futuro en la palabra de las personas que atraviesan situaciones de precariedad y violencia extrema como la cárcel, en sus experiencias de vida, en las cosas que cuentan y en cómo las cuentan», subraya el docente e investigador.
Por eso el panel de apertura, titulado ‘Nos siguen pegando abajo’ -jueves 2 a las 13- estará integrado por Graciela Daleo, directora de la Cátedra Libre de Derechos Humanos en la carrera de Filosofía de la UBA y sobreviviente de la ex ESMA, la otrora Escuela de Mecánica de la Armada, devenida el mayor centro de detención y torturas de la última dictadura argentina, por la que pasaron, entre 1976 y 1983, cuando se recupera aquella democracia negada, cerca de 5.000 detenidos, muchos de ellos hasta el día de hoy desaparecidos.
Daleo estará con compañeros liberados y familiares de personas detenidas que conducen espacios clave, como centros de estudiantes y sindicatos de personas privadas de la libertad.
«Nos parece interesante convocar esas experiencias y voces para también hablar de todo lo que nos falta en la democracia; una de las preguntas que atraviesa la campaña, de cara al balotaje, es sobre la continuidad o el cambio y nosotros creemos que habría que pensar en continuidad más cambio», subraya Parchuc.
A su entender, «quienes participamos en la educación pública estamos convencidos de que hay que trabajar para fortalecer el Estado y la cosa pública».
Y remarca: «si algo caracteriza las experiencias que reúne el Encuentro de Escritura es esa persistencia que nos muestra las posibilidades que tienen estos espacios: el programa de la Universidad de Buenos Aires, por ejemplo, dentro de dos años cumplirá 40 y sigue creciendo, se sigue renovando, seguimos todos juntos imaginando otras posibilidades».
Del encierro y sus puertas
Esos alcances pueden seguirse en la propia vida de los talleristas. Gastón Brossio, o Waikiki, habla de trabajo forzoso literario. Pasó 14 años preso; terminó la primaria y la secundaria en la cárcel; ahora está por terminar dos carreras, Letras y Administración de empresas en la UBA; y por mucho tiempo fue coordinador interno en el Centro Universitario de Devoto (CUD).
Nacido en 1981 en Fuerte Apache, lleva cuatro libros publicados por la editorial Tren en Movimiento, el primero, de 79 poemas, es «El ladrón que escribe poesía», el último es «17. Autobiografía de un profesor (la vida de un gusano)». Da clases en el mismo barrio donde creció y vio morir a muchos amigos en hechos policiales.
Su vida, remarca Parchuc, da cuenta de «cómo pueden ayudar esos espacios educativos de las cárceles, porque si bien la historia de Gastón por ahí es excepcional, no cualquiera puede escribir y publicar tantos libros, en estos encuentros nos cruzamos todo el tiempo con experiencias de este tipo, con personas que encuentran en la escritura una posibilidad de vida, más allá de las circunstancias terribles que hayan tenido que atravesar dentro y fuera de la cárcel».
Por eso, asevera, «es súper valioso celebrar que sigan existiendo estos lugares, para seguir también aprendiendo y construyendo juntos una sociedad más justa e igualitaria».
Eugenia Bosio tiene 53 años. Pasó 27 meses detenida en Ezeiza 4, entre los 47 y los 49 años. Ahí empezó a estudiar Letras, era una de las exigencias del Servicio Penitenciario, continuar los estudios. Ella tenía completo el secundario así que empezó esa carrera, la otra y única opción universitaria era Sociología.
Desde Necochea, de donde es, habla con Télam. Se lamenta porque «por el tema del lío de la nafta» no podrá cargar el tanque ni «seguir de cerquita, en contexto de libertad» el Encuentro.
«Es una experiencia diferente acercarte a escribir o a escuchar un cuento, y sobre todo en contexto de encierro porque estás con otra sensibilidad y otras ganas, estás más expuesto y te interesa eso que afuera no», dice Bosio.
«Lo repito siempre, todo lo que se haga relacionado con la educación adentro tiene un gran interés -asegura-. Para todas, para la que está haciendo primaria y para la que nunca la hizo los libros tienen interés, la escritura tiene interés, la lectura tiene interés. Compañeras que nunca habían tenido acceso a eso se sienten como atrapadas por las letras».
«Fue una experiencia magnífica -asevera-. Las situaciones áulicas se daban por ahí en un pabellón en medio de una bataola, cuando proponía ‘vamos a escuchar un cuento’, porque me gustaba leer. La educación acerca, ayuda, y estos encuentros de escritura son como los puentes entre la locura de la cárcel, la violencia y la dinámica de la educación».
Un largo camino
Hace más de 15 años que la Facultad de Filosofía y Letras organiza actividades académicas y de extensión en contexto de encierro en el marco del programa UBA XXII, que es el programa de la Universidad de Buenos Aires de Educación Superior en complejos penitenciarios federales.
«En particular nuestra intervención estuvo muy marcada por los talleres, entre los cuales, los primeros que dimos fueron de escritura y derechos», repasa Parchuc.
Con el paso del tiempo, esa oferta se fue ampliando hacia otras disciplinas y temáticas y hoy hay talleres en tres centros universitarios en contextos de encierro sobre escritura, derechos, procesos de organización sindical, economía popular, género, integración a la universidad y también oficios culturales como edición, música y radio.
Este último con FM La Tribu, «que también se convirtió en una marca, de la mano de la Conferencia Regional de Radio en Cárceles», señala el educador.
«Ese modelo de trabajo junto a organizaciones sociales fue marcando nuestras propuestas, siempre con la contraparte de los estudiantes organizados en contextos de encierro y el trabajo articulado con cooperativas de liberados y colectivos artísticos que trabajan en cárceles, formados por presos, liberados y familiares», aclara.
Con los años armaron el programa de extensión en cárceles que organiza talleres y acompañamiento para estudiantes presos o que recuperaron la libertad a través de grupos de estudio avanzados dentro y fuera de las cárceles.
Además del acompañamiento integral, un dispositivo para contemplar las circunstancias de quienes recuperan su libertad y las necesidades que tienen en términos educativos, laborales y sociales.
También dictan seminarios, cursos de formación y hacen un trabajo muy fuerte de comunicación publicando antologías de la producción hecha en la cárcel, revistas, podcasts (del taller de radio) y eventos como este Encuentro Nacional de Escritura en la Cárcel «que tiene entre sus objetivos sacar un poco afuera toda esa producción», subraya Parchuc.
«Con el transcurso de los años contactamos a otras universidades del país y el exterior y a redes culturales y políticas que trabajan el tema y ese es también un fundamento de los Encuentros de Escritura, que convocan a equipos universitarios, escuelas, colectivos artísticos, equipos de centros argentinos de régimen cerrado (institutos de menores) y gente que viene de cárceles federales y provinciales», explica.