Con el calendario en contra, mucho trabajo por hacer y el apremio por la fragilidad de las reservas, el Gobierno comenzó en Washington a pulir los números con el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI) para acelerar la negociación en busca de un nuevo acuerdo que permita refinanciar los abultados vencimientos de la deuda con el organismo por alrededor de 45.000 millones de dólares.
Poco después de haber aterrizado en Washington desde Buenos Aires, la misión de funcionarios del Ministerio de Economía y el Banco Central ya tuvo su primer contacto con los dos funcionarios del staff del FMI a cargo de la negociación con la Argentina, Julie Kozack y Luis Cubeddu, confirmaron en el Fondo.
Sin la presencia del ministro Martín Guzmán, quien se quedó en la Argentina, las expectativas de que el trabajo de esta semana deje definiciones de fondo sobre los tiempos y el contenido que tendrá el acuerdo final son prácticamente nulas. Más bien, la presencia de un cuadro de funcionarios de segunda línea sugiere que se buscará avanzar en el plano técnico del nuevo programa.
En el Ministerio de Economía confirmaron la llegada del equipo a Washington, pero no quisieron dar detalles sobre la agenda. “Van a trabajar en armonizar metas, que después elevarán para aquellos que tienen poder resolutivo”, indicaron allí, y adelantaron que la visita tendrá “bajo perfil comunicacional”.
El Gobierno envió a Washington al viceministro de Economía, Fernando Morra; el secretario de Hacienda, Raúl Rigo, y el subsecretario de Financiamiento, Ramiro Tosi. Además, está Sergio Chodos, el director por el Cono Sur en el directorio del Fondo. Por el Banco Central, protagonista excluyente del futuro programa económico, están Jorge Carrera y Germán Feldman.
Las últimas señales que arrojó la negociación –que en línea con el perfil histórico de este tipo de discusiones con el Fondo, avanzan bajo un fuerte hermetismo– apuntan a un ida y vuelta con números que probablemente se extienda más allá de este año, hacia principios de 2022. La directora Gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, dijo el viernes que todavía queda “mucho por hacer” y le puso paños fríos a conseguir un entendimiento en las próximas semanas, al indicar: “Estamos listos cuando estemos listos”.
Hay varias etapas por superar antes de la línea de llegada. Guzmán y el staff deben acordar un sendero de “consolidación fiscal”, es decir, cuál será el ritmo de ajuste para cerrar el déficit fiscal, y cómo se financiará el desbalance de los próximos años. Las metas fiscales finales, a su vez, marcarán el ritmo de endeudamiento y de la emisión monetaria del Central para financiar al Tesoro, un tema que preocupa especialmente en Estados Unidos, donde consideran que esa es la causa principal de la inflación, más allá de que acepten vestirla como un fenómeno “multicausal”, tal como lo definió Guzmán en su momento.
También deberán definirse qué políticas se implementarán y cómo se envolverá de previsibilidad el cepo cambiario, otro asunto espinoso. Todo eso, se prevé, estará contemplado en el “plan plurianual” que prepara Guzmán.
Aún faltan certezas
Guzmán presentaría su “plan plurianual” en el Congreso el 15 de este mes. El economista platense guarda sus números bajo siete llaves, en particular, el ritmo que –cree– debe tener la convergencia fiscal. A su vez, se desconoce cómo financiará los años de rojo en las cuentas públicas que quedan por delante y cómo afectará al tipo de cambio la titánica necesidad de acumular reservas con una brecha cambiaria de 100%.
Pero aun cuando Guzmán y el staff logren llegar a un entendimiento final, el acuerdo deberá recorrer los pasillos de la burocracia del Fondo antes de poder ser presentado. El presupuesto prevé además financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial. El programa pactado deberá atravesar los controles de varios departamentos del organismo y superar además un análisis de sustentabilidad de la deuda, una condición necesaria para que el directorio ejecutivo del Fondo pueda dar su aprobación final.
Más allá del pulido de los números y el trabajo técnico, Georgieva puso énfasis en la lucha contra la inflación, la pobreza, la protección de los más vulnerables y un aspecto de la economía argentina que en Washington genera particular inquietud: darle un mayor impulso al sector privado en la actividad y la creación de empleo, un tema que recorre los comunicados del organismo.